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Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera y Stormé DeLarverie. Quizás estos nombres no resuenan en algunes de ustedes, pero estas mujeres trans fueron claves en una de las revueltas populares más recordadas, y un caso de estudio respecto a los inicios del movimiento LGBTI. El lugar es el bar StoneWall Inn, ubicado en Nueva York, un espacio seguro para lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros, así también el refugio de trabajadoras y trabajadores sexuales y personas sin hogar (Gómez, 2019).
En 1969 aún era ilegal ser homosexual en muchas partes de Estados Unidos, y por lo mismo, estos lugares que celebraban la inclusión y la diversidad eran muy valorados entre la comunidad LGBTIQ+. Les contertulies que ahí acudían no eran solo clientes, sino que una verdadera familia vinculada por el apoyo y cariño ante todas las discriminaciones que sufrían cuando pisaban fuera de este espacio seguro. No solo la violencia física, que por supuesto existía, sino también la estructural que provocaba que muches ocultaran su realidad con miedo a perder trabajos y formas de vida.
En esos años eran comunes las redadas policiales, pero la madrugada del 28 de junio del 69 todo cambió. La rabia acumulada por la persecución y el maltrato derivó en una batalla campal.
Marsha y Sylvia, dos trans que ya estaban hartas de que la policía revisara sus partes íntimas solo para saber si sus vestimentas correspondían a la definición de su género, se negaron al procedimiento y comenzaron a forcejear con la policía. Esta tensión crecía a medida que se escuchaban gritos como “Poder Gay” o “Lo superaremos” en la calle. Al mismo tiempo, una lesbiana birracial de Luisiana, llamada Stormé DeLarverie, les gritaba a les mirones mientras era introducida al coche policial luego de ser golpeada en la cabeza con un casco (Gómez, 2019).
Los vasos y las botellas volaban, los gritos recorrían las calles y llamaban a más multitudes que apoyaban la resistencia ante la violencia policial. La lucha, que duró cuatro días, derivó en los siguientes 28 de junio como fecha para conmemorar el Día del Orgullo Gay, lo que actualmente se conoce inclusivamente como Día del Orgullo. Al menos dos producciones cinematográficas han abordado esos acontecimientos. Una muy respetable de 1995, dirigida por el inglés Nigel Finch, y la otra, para el olvido, de 2015, perpetrada por Roland Emmerich. En cuanto al Día del Orgullo, si bien en la actualidad esa fecha se encuentra cooptada por jugadas publicitarias de marcas que quieren mostrarse afines al movimiento, con famoses marchando en carros alegóricos pagados por marcas de vodka o de ropa deportiva, no hay que olvidar el trasfondo y el triunfo que se ganó en la calle, y que 51 años después aún resuena con fuerza cuando existen pueblos, gobiernos o religiones que se vanaglorian por “ser libres de LGBTIQ+”. El Día del Orgullo sigue clamando: “No más, nunca más”.
Richard Nixon habla por teléfono con Henry Kissinger
Libertad
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Velocirraptor
Autogestión
Capítulo 25: Recapitulando la quinta unidad
Capítulo 24: Grandes aprendizajes
Capítulo 23: La importancia de la comunidad en la educación
Capítulo 22: La protección frente a las vulneraciones derivadas de la crisis
Capítulo 21: Una primera mirada al retorno a la escuela
Capítulo 20: Recapitulando la cuarta unidad
Capítulo 19: Juntos llegamos más lejos
Capítulo 18: Preparándonos para un modelo educativo mixto
Capítulo 17: Del estrés al bienestar
Capítulo 16: Un retorno basado en el cariño
Capítulo 15: Recapitulando la tercera unidad
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