La palabra de Dios es cortante; su filo es agudo y su corte es tajante - pero no es mortal, sino todo lo contrario; al traspasarnos proveerá vida, al atravesarnos producirá no la muerte sino el milagro de una vida renovada, dirigida por la sabiduría de lo alto y sostenida por el poder de Dios.
Así que en vez de temer el corte eficaz de esta espada de dos filos, hemos de valorar el poder que tiene para darnos vida y transformarnos.
Así es la palabra de Dios; viva y eficaz, cortante pero provechosa; muchos la ignoran, otros la adulteran, hay quienes quieren sustituirla, otros tantos la atacan, no son pocos los que la desobedecen, y hay quienes la quisieran silenciar - pero los que han sido vivificados por ella la atesoran, la aprecian y se la toman muy en serio.
Esta palabra ha de ser oída con reverencia, recibida con mansedumbre y obedecida con diligencia - es viva y eficaz para librarnos de la muerte, hacernos santos y guiarnos al reposo de Dios.