Parecería que Jesús estuvo siempre acompañado en su vida pública. Sin embargo experimentó soledad, incomprensión, cerrazones. Y, aunque tuvo quienes lo quisieron bien, como Lázaro, Marta y María, permanecía siempre su soledad oculta. Busquemos cubrirla con el amor de nuestros propios corazones.