A los pastorcitos de Fátima se les quedó grabado en el corazón, desde muy pronto, la insistencia de la Virgen de que tenían que rezar por la conversión de las almas de los pobres pecadores, para que no fueran al infierno. Por ello, comenzaron a pensar en penitencias que podrían ofrecer a Dios para la salvación de estas pobres almas. Tú también puedes preguntarte: ¿qué puedo hacer yo por ellos?