El 13 de junio de 1917, celebrándose la fiesta de S. Antonio de Lisboa, la Señora se apareció en la encina. Lucía le pidió que los llevara al Cielo y la Virgen les anunció que Francisco y Jacinta marcharían pronto, pero que ella se quedaría más tiempo para establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón.