Eran hermanos, nacieron en Talavera de la Reina, Toledo, y fueron capturados y martirizados en Ávila en el 306. Se negaron rotundamente, en tiempos de la persecución del emperador Diocleciano, a firmar un acuerdo en el que reconocían haber ofrecido sacrificios a los dioses romanos y así apostatar de su fe en Cristo. Sus cuerpos fueron depositados en un hueco de la roca, sobre la que más tarde se edificaría una basílica.