El día de Navidad de 2013, una forma consagrada se cayó al suelo en el momento de la comunión y la pusieron en agua dentro del sagrario. Días después apareció una mancha de sangre sobre la zona y la forma no se consumió.
También en Polonia, en el siglo XIII, el milagro tuvo lugar en el campo, donde un enjambre de abejas hizo una custodia de cera para una Hostia que había sido robada tiempo antes.
En la ciudad alemana de Regensburg, un jueves santo de 1255, al sacerdote que llevaba la comunión a los enfermos, se le cayeron algunas formas consagradas al río después de haberse escurrido. Aunque pudo recoger todas, los fieles levantaron una capilla, y en ella, años después, al dudar un sacerdote de la presencia real de Cristo, el crucifijo cobró vida y le quitó el cáliz de las manos al sacerdote.