Gabriela creció sin electricidad, sin escuela, sin autos, sin carreteras, sin radio, sin conexión a las redes globales. Al igual que el resto de sus contemporáneos, su sueño de juventud fue fugarse de su territorio natal e ir a explorar el mundo. Pero se quedó y gracias a eso pudo ver la transformación de su isla, cada vez más cosmopolita, que se convirtió en un refugio para personas de todo el mundo en búsqueda de simpleza. Cerramos con esta entrevista nuestra serie sobre la Isla de Flores, escuchando una florentina nativa que, a pesar de haber crecido sin muchas herramientas, aprendió a aprender por su propia cuenta, y ahora disfruta de su “continente” perdido en medio del océano.