El 27 de Noviembre de 1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la Caridad, la Santísima Virgen se apareció a una novicia llamada Catalina Labouré y le mandó que hiciera acuñar una medalla según la forma en que ella la había visto. Todas las personas que lleven la medalla con confianza, recibirán grandes gracias.