Es natural, que nos sintamos a la defensiva, frente al comentario o al comportamiento agresivo de otros hacia nosotros. Pero, si permitimos que la ira, la frustración o la impotencia se instalen en nosotros sin hacer algo constructivo para canalizarlas, se convertirán en tensión, estrés y amargura, y esto nos envenenará por dentro. Establecer límites, aprender de la experiencia para evitar afectarnos por estas personas, nos ayudara a evitar este tipo de situaciones en la relación con otros.