En la iglesia de San Agustín, en Offida, se conservan las reliquias del milagro ocurrido en 1273, cuando la Hostia se convirtió en carne que sangraba.
En la Pascua de 1290, el milagro tuvo lugar en París, cuando una persona no creyente robó una forma con la intención de profanarla, apuñalándola y echándole agua hirviendo. La Hostia se elevó por sí sola y se posó en un recipiente. La casa del profanador se convirtió en una capilla.
Algo parecido hizo una mujer en Trani, metiendo la Hostia al fuego en una sartén llena de aceite. En ese momento la Hostia comenzó a derramar sangre hasta traspasar el umbral de la puerta de la casa.
En Ivorra, España, el milagro ocurrió en 1010. El vino vertido en el cáliz se convirtió en Sangre viva ante el párroco que dudaba de la presencia real de cristo en la Eucaristía.