El milagro de Blanot, Francia, sucedió en la Pascua del año 1331, cuando en el momento de la comunión cayó de las manos del sacerdote un fragmento de la Hostia consagrada convirtiéndose en sangre que dejó una gran mancha en el mantel.
El prodigio de Bolonia le ocurrió a una niña que amaba mucho a la Eucaristía, pero no podía recibirla porque no tenía la edad requerida entonces. Pero Jesús quiso ir a ella. Una Hostia suspendida en el aire apareció frente a ella y pudo recibir al que tanto amaba. En ese instante, su alma voló al Cielo.
Durante una Misa en Walldurn, Alemania, el sacerdote derramó accidentalmente vino consagrado, que se transformó en sangre, formando sobre el corporal la imagen de Cristo crucificado.