En la primera lectura de este domingo cuaresmal, encontramos con Moisés algo maravilloso: una zarza ardiendo sin consumirse. Es mas que cualquier zarza y mas que cualquier zara ardiendo sin consumirse: es un encuentro con Dios. Este Dios revela que es un Dios con oídos para escuchar los gritos del pueblo de Moisés esclavizado en Egipcio y un Dios con un corazón para los oprimidos. Ha hecho la decisión a actuar a liberarlo. Es muy importante esa revelación porque la compasión para los pobres, los desechados, los vulnerables, los esclavizados llega a ser la norma fundamental de la moralidad de los judíos y luego los cristianos. Pero hay algo más en esta historia: la distancia que Moisés tiene que guardar ante de la presencia divina también es muy importante, especialmente para entender el significado de Jesús y su encarnación.
Homilía compartida en la Iglesia de San Francisco, Cuenca, Ecuador.