La fiesta de la Virgen de la Esperanza se celebra en España desde tiempos muy antiguos, con el nombre también de Expectación del Parto de Nuestra Señora o Virgen de la O, haciendo alusión a las antífonas mayores de vísperas que comienzan con esta exclamación. María, por ser madre del Redentor, se convierte en fuente de esperanza para el nuevo pueblo de Israel. Así lo proclamamos cuando recitamos la Salve: «vida, dulzura y esperanza nuestra». Y así, el Concilio Vaticano II la proclama signo de esperanza, que precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor.