En la fiesta de san Andrés la Iglesia nos presenta en el Evangelio su llamada y la de san Pedro. Tras la llamada del Señor, dejaron inmediatamente todo y le siguieron. Eran hombres muy limitados, pero a pesar de ello el Señor les ama profundamente y ellos lo experimentan de tal manera que van dejando sus miserias para purificarse, entregarse al plan de Dios y así llegar a ser grandes santos.