José Ignacio nunca dudó de la existencia de Dios, aunque durante la adolescencia se cuestionó una cosa: si él creía que Dios existía, ¿por qué tenía a veces una disonancia entre sus inquietudes culturales y sus inquietudes políticas? Gracias a un encuentro de jóvenes en las Caldas de Besaya, José Ignacio encontró jóvenes que realmente vivían la fe y le daban a él un gran ejemplo de vida a imitar. Esto le llevó a encontrar un grupo, un hogar donde vivir la fe y crecer en ella. Descubre cómo José Ignacio descubre su sitio en la Iglesia y cómo responde al Señor para evangelizar con su vida en «Cambio de Agujas».