Nació en Florencia, de origen humilde, en 1376. A los 18 años recibió el hábito de los dominicos, pese a cierta oposición causada por su falta de educación y su tendencia a tartamudear. Tuvo la misión de vitalizar la observancia de la Regla. Con la ordenación sacerdotal, el amor a las almas culminó en anhelo impetuoso por la predicación, pero tenía la limitación de su lengua torpe. En Siena, ante una imagen de santa Catalina, le arrancó el milagro y su lengua se volvió ágil y expedita. Murió el 10 de Junio de 1420.