El aborto, el suicidio y la eutanasia son realidades que los que gobiernan el mundo nos están imponiendo constantemente. El desconocimiento del valor del sufrimiento hace que las personas opten por estas prácticas que van en contra de la vida humana. Los cristianos estamos llamados a defender la vida y a proclamar que, desde la fe en Jesucristo, el sufrimiento humano obtiene un valor eterno.