En la Catedral de San Quintín se encuentra la reliquia de una Hostia consagrada de la cual brotó sangre en el año 1317.
San Antonio de Padua prueba con un burro ante un hereje, la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
En 1264 durante la peste negra ocurrió en Polonia un milagro en el que unas hostias robadas fueron descubiertas por los rayos que salían de un pantano.
En Augsburgo, en 1194, una Hostia robada se transformó en carne sangrante.