Abelardo de Armas, nos dice en esta meditación, que todo el género humano, han de poner la mirada en este Hombre-Dios, Jesucristo, que en Getsemaní ha querido caer en agonía con tristezas de muerte y sudar sangre, porque esa sangre que empapó todo su cuerpo era la pasión de su Cuerpo Místico que goteaba sangre.