La partería tradicional es una postura de resistencia. No solo cuida la salud reproductiva de las mujeres y asiste la llegada de nuevos seres humanos al mundo, sino que también planta cara a un modelo de profesionalización que elimina la autonomía de las comunidades y las desvincula de sus territorios para integrarlas a un proyecto de centralización del poder político. Nuria no es partera tradicional, utiliza su condición de mestiza para informar a las parejas sobre todas las opciones que tienen para el nacimiento de sus hijos, y para generar vínculos entre la tradición y el sistema moderno, generado por una sociedad científica, positivista y masculina, incapaz de aceptar que el parto es un misterio, al que los hombres nunca podremos acceder.