El Evangelio de Lucas más que hablarnos de la resurrección de los muertos nos habla del don más precioso que Dios nos ha dado LA VIDA. Y precisamente por ser un don de Dios es SAGRADA e INTOCABLE que debemos respetar y cuidar tanto la nuestra como la de nuestros hermanos. Porque le pertenecemos a Dios única y exclusivamente. Por eso en este mundo vivimos en Dios para Dios y con Dios. Y después de la muerte viviremos con Él para siempre. Pero no olvidemos nuestra misión como Iglesia que es proclamar la resurrección y la vida. Como lo hacemos la comunidad Cristiana reunida para la Eucaristía donde celebramos y proclamamos la muerte y resurrección de Jesús el Señor de la vida. Hasta que lleguemos al momento final de nuestra vida terrena y alcancemos la plenitud de la vida donde nos uniremos a la comunidad divina-la mansión eterna donde nos reuniremos para siempre con nuestros seres queridos quienes nos esperan en el Jardin del paraíso para darnos el beso de bienvenida.