El Señor nos va manifestando su voluntad no con grandes estrépitos, sino mediante susurros, nos habla en la intimidad y en el silencio. Solo los que tienen el oído afinado son capaces de escuchar su voz. Cuando le damos permiso para entrar en nuestras vidas, cesa el viento y se calman las tormentas, y si Jesús nos pide andar sobre las aguas, sabemos que no nos ahogaremos porque Él nos tomará de la mano. ¡Escucha este podcast de «Palabras de vida desde la misión», del P. Christopher Hartley!