En el primer relato, le fue confiado a D. Bosco el animar a los salesianos a trabajar a pesar de las fatigas, ya que, haciéndolo, la recompensa sería enorme en el Cielo. En el segundo, el santo vio cómo un joven, que anteriormente había llevado una mala vida pero ahora iba por la vía del bien, estaba siendo atormentado por los demonios y qué era lo que tenía que hacer para poder ayudarlo.