El Señor se lamenta cuando no queremos escucharle, cuando nos alejamos de Él; pero no se rinde, sigue cortejándonos porque nos ama, porque nos ha elegido para Él. Y esto es un don, un don que se nos ha dado gratuitamente, que no merecemos, pero que tenemos que hacer fructificar y darlo a los demás gratuitamente. ¡Escucha esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», del P. Christopher Hartley!