Hoy el corazón se llena de regocijo porque Cristo, Nuestro Señor, ha resucitado. “En verdad, ha resucitado el Señor, aleluya. A Él la gloria y el poder por toda la eternidad”. Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra esperanza, dirá San Pablo. Pero Cristo ha resucitado. La Resurrección del Señor es una verdad central de la fe católica, recogida en el Credo, y como tal fue predicada desde los comienzos del Cristianismo. Es de tal importancia que los apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección de Jesús. Anuncian que Cristo vive y este es el núcleo de su predicación. La Resurrección es el argumento supremo de la divinidad de Nuestro Señor. No olvidemos tampoco que la Resurrección de Cristo es también una fuerte llamada al apostolado: ser luz y llevar la luz a otros.