Abelardo de Armas nos muestra en esta meditación, que Jesús nos enseña, a través de su actitud en el huerto de los olivos, como tenemos que vivir con un espíritu de oración en todo momento. Cumplir la voluntad del Padre, orar en la tribulación. Jamás estamos solos, pues Él nos sostiene en nuestra debilidad.