Era hijo único de una rica familia florentina (S. XI), ya que su único hermano fue asesinado. Cierto día se encontró en un callejón al asesino de su hermano, que iba desarmado y no tenía adónde huir. Juan le perdonó y desde aquel día no fue el mismo de antes. Entró en la abadía de San Miniato y pidió el hábito benedictino. Se dice que fue siempre benigno, modesto, comprensivo con los enfermos, severo con los rebeldes y suave con los débiles. Murió el 12 de julio de 1073.