Es de las últimas víctimas de la persecución anticristiana de Julián el Apóstata (361-363).
El gobernador Aproniano, después de haber hecho asesinar a sus padres, trató de obligar a la apostasía a sus hijas. Encerradas en la cárcel, Demetria murió antes de la terrible prueba. Bibiana, impávida y resuelta, se enfrentó al gobernador, que, para debilitar su resistencia la ató a una columna y la flageló. Llena de llagas por todo el cuerpo, finalmente la joven mártir entregó su alma a Dios.