En el año 1640, durante la invasión de las tropas del Conde de Harcourt a Turín, un soldado francés, que se introdujo en la iglesia de Santa María del Monte, logró abrir el tabernáculo que contenía la píxide con algunas Partículas consagradas, pero salió del interior una línea de fuego que llegó a quemarle el rostro y los vestidos. La pequeña puerta del tabernáculo, presenta hasta hoy las huellas del forcejeo hechas por soldado.
En Trani, Italia, una mujer no cristiana, incrédula en cuanto a la presencia real de Jesús en la Eucaristía, robó una Hostia consagrada durante la celebración de la Santa Misa. Puso una Partícula consagrada dentro de una sartén llena de aceite. La Hostia comenzó a destilar una gran cantidad de sangre, llegando a traspasar el umbral de la puerta de la casa.