Nació en Tagaste (África) el año 331, de familia cristiana. Muy joven fue dada en matrimonio a un hombre llamado Patricio, del que tuvo varios hijos, entre ellos San Agustín, cuya conversión le costó muchas lágrimas y oraciones. Patricio era pagano y de temperamento muy violento. Su ejemplo y su conducta ejercieron tal influencia sobre él que finalmente se convirtió al cristianismo. Sta. Mónica fue un modelo de madre; alimentó su fe con la oración y la embelleció con sus virtudes.