Evitemos ser parte del problema y comencemos a serlo de la solución, consciente y responsablemente. Aprendamos a afrontar los problemas con mucha objetividad, sin desesperarnos, manteniendo siempre el equilibrio mental y emocional que necesitamos, para encontrar la solución y actuar desde la calma. Respirar conscientes del aire que entra y sale de nuestros pulmones, despacio y con atención, nos ubicará en el presente y hará que la calma regrese a nosotros. Así, podremos responder a la situación de la mejor forma posible.