Daniel fue a cenar con sus padres a un restaurante. Vio a un simpático pero andrajoso vagabundo y comenzó a jugar con él. Sus padres, escandalizados, querían terminar cuanto antes para marcharse a casa. A la salida del restaurante, ante el asombro del padre, el pequeño dio un gran abrazo al vagabundo y así permanecieron unos minutos. «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos». Esta es la enseñanza que el padre sacó ante este acontecimiento.