Abelardo nos presenta hoy la aparición de Jesús resucitado junto al lago Tiberiades y nos dice, usando este relato que, si queremos ser fecundos en el apostolado, la pregunta que se nos hace NO es: “¿Quieres a las almas?” La pregunta es: “¿Me quieres a Mí (a Jesús)?” Pues si me quieres a Mí apaciéntalos a ellos. Tras esto Jesús le dice “sígueme”. A ti se te ha dicho ya lo que hay que hacer y no queda más que obrar y callar. “Tú, sígueme”. Lo demás, ¿qué te importa?