Después de raptar a los niños, el administrador de Vila Nova de Ourém intentó sonsacarles cuál era el secreto que les había revelado la Virgen, utilizando toda clase de lisonjas. Al no conseguir nada, comenzaron las amenazas; y como tampoco esto funcionó, les metieron en la cárcel y les dijeron que les iban a freír vivos, pero ellos fueron fieles a la palabra dada a la Virgen y no dijeron nada.