Siempre ha habido una valoración espiritual de la muerte, una oración en torno a ella, y se ha visto como una llamada a ese juicio personal que todos tendremos delante de Dios. Pero, hoy en día, nos encontramos con que para muchas personas ya no es así, y que la muerte pierde su sentido, incluso desaparece en la sociedad. La fe hace mucho más bonita y mucho más humana la hora de la muerte. Solo con la fe se puede encontrar el sentido de la muerte.