En esta meditación, Abelardo de Armas nos presenta una aparición, que aunque no está en el Evangelio, él supone que se tuvo que dar, es una aparición de Jesús resucitado a S. Juan, el discípulo amado. Dichosos ellos a quienes Jesús resucitado les hizo cielo en la tierra. Y dichosos nosotros a quienes se nos concederá gozar eternamente de tan inefables maravillas, porque el Señor ha resucitado y también nosotros resucitaremos tras morir con Él.