¿Alguna vez has pensado que puede ser que teniendo un tesoro entre tus manos, tú, cegado por las cosas de este mundo, no seas capaz de darte cuenta? Obviamente, no me refiero a un tesoro material, sino a cosas mucho más importantes. Esto es lo que le ocurrió a Santiago, el protagonista de esta historia. ¿Quieres saber cómo lo solucionó? ¡Pues abre bien las orejas!