Sus corazones no estaban preparados para entender las Escrituras.
El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Pedro. ¿Cómo lloraría? ¿Qué consuelo le daría Jesús? Y a Juan, ¿cómo no se le va a aparecer? ¿Cómo sería esa aparición? Juan sale corriendo a decírselo a la Virgen. Ella tan serena, resplandeciente y llena de gozo.
Este que es tu hijo, soy Yo. La Virgen abraza a Juan, pero es Cristo a quien abraza.