Reflexionando sobre el Evangelio de la curación del paralítico, el P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», explica que a Jesús la enfermedad que más le preocupa no es la física, sino la enfermedad del alma, el pecado. Por eso a este hombre le llama hijo y le dice: «ánimo, llénate de vida». Primero le perdona los pecados para que recobre la verdadera vida y después, solo después, le cura de su parálisis.