Tenemos que dejar a Dios que haga en nosotros lo que quiera. Esta es la exhortación que hace Abelardo de Armas en esta meditación. ¿Puede Jesucristo vaciarnos con su ausencia si no estamos locamente enamorados de Él? Si no le busco y no siento sus ausencias, es que no estoy enamorado de Él.