Pausados por aviones despegando sobre nosotros, platicamos con Manuel Pelliza, a quien una visión auto profética de su abuelo dispuso a ser músico. Primero fue la música clásica, de conservatorio, pero tras una década de estudiar una sola cosa, de una sola manera, integrando información sin saber qué hacer con ella, una crisis de saturación lo llevó a explorar otras alternativas musicales, existenciales y geográficas. Pronto la búsqueda de cambio lo llevó a México, donde floreció una nueva línea profesional: la producción musical, herramienta de exploración infinita con la que continua su trayectoria interior, esta vez dirigida a lo sagrado, en la música y dentro de sí mismo..