Para muchos de nuestros contemporáneos hablar de milagros es como si hablásemos de la Edad Media, de algo ya pasado. Sin embargo, como nos explica don Alberto Royo Mejía —consultor de la Congregación para las Causas de los Santos— la Iglesia sigue pidiendo y creyendo en los milagros que hace Dios, que son signo de su presencia. El que realiza el milagro es Dios, pero lo quiere hacer a través de la intercesión de sus santos para mostrar que esta alma le fue agradable a Él en la tierra, y que goza con Él en el Cielo. Por eso la Iglesia pide, en el camino a la canonización, fama de signos, es decir, el testimonio de los milagros