Si el premio a todos nuestros esfuerzos va a ser ver a Dios cara a cara, pues, ¡benditos trabajos y bendita tribulación! El Señor se marcha al Cielo y nos promete el Espíritu Santo para que también nosotros podamos llegar a estar un día junto con Él. ¿Qué mayor alegría puede haber para un cristiano? ¡No te pierdas al P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión»!