D. Sebastián García-Noblejas, en esta reflexión de «Acompañando a Jesús», explica que para que la semilla de la gracia de Dios dé fruto en nosotros, es necesaria la oración para que, como el arado, el alma se disponga y permita que la palabra de Dios cale en ella y crezca. Y también es necesaria la lucha ascética, que es ese esfuerzo renovado de amar más a Dios, desterrar el egoísmo y servir a los demás con más generosidad.