D. Miguel Ángel Catalán afirma que la unión entre el sacerdote y la Eucaristía es tan profunda que la jornada del sacerdote tiene que tener un antes y un después de la celebración eucarística. Destaca tres momentos en los que él, personalmente, encuentra una significación especial: la relación entre el acto penitencial y las ofrendas; la purificación y la vivencia del silencio.