29 de octubre de 2011
P. Henry Kowalczky
La humildad es una virtud muy querida por el Señor, y nosotros, como seguidores suyos, tenemos que intentar profundizar siempre en esta virtud. Dios es el más humilde que hay. Si buscamos siempre el último puesto, nunca lo conseguiremos, porque ya está ocupado por el Señor. Y tampoco el penúltimo sitio porque lo tiene Nuestra Madre.