En esta última parte del sueño que tuvo san Juan Bosco sobre el infierno, su guía le muestra dos lugares más: el destinado para aquellos que ambicionan las riquezas o que han robado y otro destinado a los desobedientes y que llevan una doble vida. Además, se narra cómo al santo, tocando una de las paredes, se le quemó la mano y la tenía hinchada incluso al despertar.