En el desierto de Sonora, las montañas verdes de Veracruz o los valles rodeados de parques industriales en Guanajuato: quienes buscan personas desaparecidas lo hacen en todo México. El trabajo de rastreo sortea los riesgos de la pandemia, las inclemencias del clima o la geografía y la indiferencia de las autoridades.