Al estar listo el tabernáculo, Dios indica la fecha en el que se levantaría por primera vez, señala la ubicación exacta de cada uno de los muebles y manda a que se deben ungir los muebles y sacerdotes con aceite. Al cumplir con todo, la gloria de Jehová se presenta y llena el santuario de manera que Moisés no podía entrar.
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